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Filohelenismo // Φιλελληνισμός

Literatura griega

La Papisa Juana

La Papisa Juana

El último libro que he leído es una obra griega de finales del siglo XIX, supongo que no muy conocida entre el público hispanohablante. Tuve la ocasión de encontrar ese libro hace unos días al precio de un euro, ocasión que sin dudarlo aproveché. Es una traducción a partir del inglés, hecha por Lawrence Durrell, quien la tradujo del griego al inglés. La Papisa Juana es una obra de Emmanuel Royidis (sigo la misma transcripción de la edición) inspirada en una antigua leyenda medieval, según la cual el papa Juan VIII era en realidad una mujer. La obra fue de lo más controvertido en su época, levantó no poco revuelo y su autor fue excomulgado.

Citando el último párrafo de la contraportada del libro, Lawrence Durrell dice sobre esta novela: "Es una obra maestra de irreverencia, ingeniosa y un poquito indecorosa... una especie de breve informe sobre la historia y las desventuras de Eros, desde que el cristianismo lo transformó, de ser un dios, en un movimiento secreto de resistencia".  Edición de Edhasa.

Sobre La Papisa Juana he encontrado un documento interesante, con información más detallada, que enlazo a continuación:

http://www.juntadeandalucia.es/cultura/opencms/export/download/bibhuelva/La-papisa-Juana-Royidis.pdf

Me consta además que sobre esta novela se hizo una película allá por 1972. No la he visto, pero la novela sí la he leído, y desde luego me parece recomendable, por eso decido compartir toda esta información con los lectores del blog.

La zorra y su cola

"Fíjate en la señora Poniro, la zorra. ¿No te parece que está pensativa? ¿Sabes por qué? Porque está reflexionando sobre qué astucia desarrollar para llevarse una buena tapa. Pero allí por donde caminaba descuidada, ay, es cogida en una trampa. Afortunadamente no fue capturada entera, sino solamente su cola, y poniendo todas sus fuerzas en ello logró liberarse. Jadeante, corrió hasta llegar al riachuelo. Pero tan pronto como se agachó para beber agua, ¿qué era lo que veía? ¡La trampa le había cortado la cola!.

- ¡Pero bueno! ¿Qué me ha pasado? - gritó. - ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Las demás zorras tendrán su hermosa cola frondosa y yo estaré sin cola como un mono? ¡Tengo que pensar en algo! ¿Qué podría hacer?

De repente le vino un pensamiento, empezó a correr fuera de todas las guaridas de zorros y a gritar:

- ¡Venid todas las zorras a la plaza, tengo que daros importantes noticias!

Y en poco tiempo se habían reunido en la plaza tanto las pequeñas como las grandes:

- Tengo que deciros una importante novedad - les dijo la señora Poniro -. He descubierto que la cola es la parte más innecesaria de nuestro cuerpo. Y no está nada de moda que una zorra la tenga. Es una inconveniencia y además de esto es un peso innecesario. Por eso yo, como podéis ver, he cortado la mía propia para daros un buen ejemplo. Corred entonces y cortaos la vuestra también. No debe quedar ninguna con cola.

Las zorras escuchaban y se giraban a mirar sus colas. Sin embargo, una de ellas, la más inteligente, le dijo:

- A otro lobo con ese cuento, señora Poniro. Porque, quién sabe con qué descuido habrás perdido la tuya, y ahora pretendes arrastrarnos para que nos cortemos también nosotras la nuestra. Te hemos pillado, astuta. Eso es lo que te conviene. Así que quédate tú sola sin tu cola, y nosotras con nuestra hermosa cola.

Y todas se marcharon observando sola a la astuta zorra que miraba entristecida su cola cortada."

Cuento popular griego, traducido de la siguiente dirección: 

http://sites.google.com/site/paramythotopos/greek-tales/alepou

Algo de surrealismo

El iniciador de la poesía surrealista griega fue Andreas Embiricos (1901-1975), nacido en Braila (Rumanía). Vivió durante años también en Francia  e Inglaterra; fue un hombre muy culto que estudió en particular filosofía y psicoanálisis. En 1935 circuló por Grecia su obra Horno, nada similar a los textos artísticos de la época, con ella introducía un surrealismo auténtico y de pura sangre. Haciendo uso de la escritura automática hacía desfilar una serie de imágenes sin una coherencia lógica, y empleaba abundantemente elementos de la lengua kazarévusa, o del lenguaje de la prensa o incluso científico. Estaba escrito en prosa. Entre 1934 y 1937 escribió una serie de poemas que publicó en 1945 bajo el título de "Endojora". Ahora usaba también el verso y daba lugar a una nueva poética, más fresca y luminosa, teniendo como elemento dominante el ensueño y el instinto erótico en su omnipotencia freudiana y libre. La expresión lírica resulta llena de vivacidad, felicidad y de libertad. También escribió extensas obras en prosa, como El gran oriental, Senfira o El Misterio de Pasífae, que no pudieron publicarse hasta los años sesenta, debido a su erotismo libre en la expresión. Después de 1960 también publicó algunos poemas, al parecer más modernos (que podemos escuchar en discos recitados por él mismo), donde expresa una fe idealista y un profundo sentimiento de la muerte y del destino.

Fuente: Historia de la literatura griega moderna, Linos Politis. Cátedra, Madrid, 1994

A continuación dejo la traducción del poema que podemos leer y escuchar en el vídeo mostrado:

LOS INMORTALES – ANDREAS EMBIRIKOS

Detrás y alrededor de los inmortales de los desiertos y los vergeles

Los vegetales mortales y los seres humanos viven y existen.

El cielo es insondable y el mar completamente acogedor.

Los seres humanos, como los vegetales, su vida viven.

A primera vista todo parece inestable,

Pero una consideración más atenta del conjunto muestra a los deslumbrados ojos de los observadores

Que en todas partes existe una sorprendente consecuencia,

Arquitectónica, una estructura,

Pero no de la ciencia o del arte,

Sino de la naturaleza, sin concluir en ninguna forma determinada,

Como en las construcciones pétreas o el resto de edificaciones,

Sino que constituye de vez en cuando de forma variada el aspecto temporal

De una entelequia siempre evolucionada,

De una articulación y comunicación siempre multiplicada,

De un misterio siempre realizado, que unos lo llaman Mundo,

Otros Caos, o Armonía, y otros sabiduría de Dios.

Dentro de esa inmensa grandeza

tanto lo pequeño como lo mínimo poseen su sentido completo

y su incalculable gravedad,

y dentro de la presencia ininterrumpida de ese irrefutable conjunto

de lo pequeño y lo inmenso,

de lo visible y lo invisible,

de lo lógico y lo ilógico,

detrás y alrededor de los inmortales

que brotan incluso en los precipicios

y viven también en los desiertos,

los mortales vegetales, los animales y nosotros los seres humanos

todos juntos al lado de la muerte,

en un siglo de los de siempre florecemos.

 

Rostro de Beocia (Elytis)

Rostro de Beocia (Elytis)

"Aquí donde la desolada mirada sopla las piedras y lo inmortal

Aquí donde se escuchan por lo hondo los pasos del tiempo

Donde se abren grandes nubes dorados hexápteros

Sobre la metopa del cielo

Dime de dónde arrancó la eternidad

Dime cuál es el signo que te hace daño

Y cuál el sino del gusanillo

 

¡Oh tierra de Beocia que te lustra el viento!

 

Qué fue de la orquesta de manos desnudas bajo el palacio

La misericordia que ascendía como fuego sagrado

Dónde están las grandes puertas con los antiguos pájaros

que cantaban

y el fragor que despertaba el horror de los pueblos

Cuando el sol entraba como triunfo

Cuando el destino se contorcía en el dardo del corazón

Y se encendían los trinos intestinos

Qué fue de las inmortales libaciones de marzo

De las líneas griegas entre el agua de la hierba

 

Fueron heridos las frentes y los codos

El tiempo del mucho cielo rodó rosado

Los hombres avanzaron

Llenos de sufrimiento y sueño

¡Rudo rostro! Ennoblecido por el viento

De tormenta de verano que las rubias huellas llameantes

Deja en las líneas de las colinas y de las águilas

En las líneas de tu palma de predestinado

 

A qué sabes hacer frente y qué sabes llevar

Vestida de la música de las hierbas y cómo avanzas

Entre los brezos y las salvias

Hasta el punto final de la flecha

 

En esta rojiza tierra de Beocia

En la pacífica marcialidad de las rocas

Encenderás los dorados haces del fuego

Arrancarás la mala fructificación del recuerdo

Dejarás un hálito amargo en la menta silvestre".

Odysseas Elytis

Traducción de Alfonso Silván, en Akal Bolsillo.

 

 

Jornadas sobre Karyotakis

Se celebrarán durante los lunes y martes 14 y 15 de abril de la semana próxima unas jornadas en honor al poeta griego Kostas Karyotakis. Además de unas interesantes charlas, habrá un fenomenal concierto de clausura (el año pasado nos dejaron boquiabiertos, de verdad, merece mucho la pena). A continuación detallo el programa:

Lugar: Salón de Grados de Facultad de Filología A, Universidad Complutense de Madrid, Av. Complutense s/n

Lunes 14 abril:

17:00 Don Quijote y la generación del ’ 20 -- Dra. Dña. Olga Omatos, Presidenta de la Sociedad Hispánica de Estudios Neogriegos.

17:45 Los "clásicos" de Karyotakis: sus traducciones y versiones de poetas europeos -- Dr. Don Ernest Marcos Hierro, Universitat de Barcelona

18:30 Simbolismo y "maldismo" en la poesía de Karyotakis -- Dra. Dña. Alicia Morales Ortiz -- Universidad de Murcia

19:15 De la ironía en Kavafis al sarcasmo en Karyotakis -- Don Esteban Ortega Ramos, Universidad Complutense de Madrid

15 abril, martes

17:00 Cuestión de altura frente a cuestión de luz: Karyotakis y Seferis -- Don Jesús Taboada Ferrer

17:45 La prosa de Karyotakis -- Dra. Dña. Penélope Stavrianopulu, Universidad Complutense de Madrid

18:30 Entrega de diplomas y clausura del seminario (diplomas para los que han asistido estos tres meses al seminario, no son exclusivos de estas jornadas).

19:00 CONCIERTO DE MÚSICA SOBRE POESÍA DE KARYOTAKIS

Direccción: Dra. Dña. Penélope Stravrianopulu, Universidad Complutense de Madrid

Como ya suelo decir, la asistencia a cualquier de estas jornadas es libre y gratuita

Representación del Ayante de Ritsos (en Madrid)

En primer lugar, FELICIDADES a todos los helenos y filohelenos, hoy se conmemora la festividad nacional de Grecia.

Tengo el gusto de invitaros a la asistencia de un interesante acto cultural que tendrá lugar en Madrid:

Teatro:

Representación del monólogo de

Yannis Ritsos AYANTE

 

31 DE MARZO a las 19:00

Paraninfo de Facultad de Filología de Universidad Complutense de Madrid

Entrada libre y gratuita.

 

La poetisa de Lesbos: Safo

La poetisa de Lesbos: Safo

Safo (s. VII-VI a.C.). Su poesía se ha conservado muy fragmentariamente, sobre todo tenemos versos sueltos o tiradas muy breves, y muy pocos de algo más de extensión, llegado todo a través de los papiros de Alejandría. Fue una figura destacada de la Antigüedad a la que Platón denominó como la décima Musa. Según parece pertenecía al círculo de la aristocracia y regentaba una escuela de poesía en la que daba clase a un grupo de muchachas. Debió de escribir su obra en nueve libros, de los que se conservan fundamentalmente los Epitalamios. Su poesía es discreta, incluso ambigua en ocasiones, prevalece ante todo el sentimiento. El amor es pieza fundamental de sus composiciones y lo trata como una fuerza irracional. Sobre su supuesta orientación sexual se ha discutido bastante, aunque está generalizada la idea de su homosexualidad, a partir de la cual se creó el término "lesbianas" para definir a las mujeres con tendencia homosexual. Al parecer mantenía conductas bisexuales, pues se casó con un hombre, con el que tuvo a su hija Cleis, a la que menciona en algunos de sus versos, y por otra parte, según refiere Anacreonte, Safo sentía amor sexual por las mujeres, y mantenía relaciones con las chicas del círculo en el que se movía. Esto habría sido impensable en Atenas, pero sí era fácil en Mitilene, ya que en esta isla la sociedad era matriarcal.

[Fr. 1 P]

Santa hija de Zeus, de esmaltado trono,

dolotrenzadora, Afrodita, atiende:

ya no domes más con pesar y angustias

mi alma, señora,

 

sino ven aquí, si mi voz de lejos

otra vez oíste y me escuchaste

y dejando atrás la dorada casa

patria viniste,

 

tras uncir el carro: gorriones lindos

a la negra tierra tiraban prestos

con sus fuertes alas batiendo el aire

desde los cielos

 

Y llegaron pronto, y tú, bendita,

sonriendo siempre en tu faz divina,

preguntabas qué me pasaba, a qué otra

vez te llamaba,

 

y qué es lo que tanto ahora en mi alma loca

conseguir quería: <<¿A quién deseas

que al amor te traiga? Ah dime, Safo,

¿quién te hace daño?

 

Que, si huyó de ti, pronto irá a buscarte;

si aceptar no quiso, dará regalos;

y si no ama hoy, te amará muy pronto,

aun sin quererlo>>.

 

Ven también ahora y de amargas penas

líbrame, y otorga lo que mi alma

ver cumplido ansía, y en esta guerra

sé mi aliada.

 

[ Fr. 94 P]

.......................................

de verdad que morir yo quiero.

Así ella llorando se fue de mí

 

y al marchar me decía: <

qué terrible dolor el nuestro

que sin yo desearlo me voy de ti>>.

 

Pero yo contestaba entonces:

<

sabes bien el amor que por ti sentí,

 

y, si no, recordarte quiero,

[por si acaso a olvidarlo llegas,]

cuánto hermoso a las dos nos pasó y feliz:

 

las coronas de rosas tantas

y violetas también que tú

junto a mí te ponías después allí,

 

las guirnaldas que tú trenzabas

y que en torno a tu tierno cuello

enredabas haciendo con flores mil,

 

perfumado [tu cuerpo] luego

con aceite de nardo [todo]

[y con leche] y aceite del de jazmín,

 

recostada en el blando lecho,

delicada [muchacha en flor,]

al deseo dejabas tú ya salir.

 

Y ni fiesta [jamás ni danza,]

ni tampoco un sagrado bosque

al que tú no quisieras conmigo ir.

.....................................................

 

Safo fue muy admirada y emulada ya en la Antigüedad. Teócrito y el latino Catulo reciben sus influencias. De hecho, Catulo compuso un poema calcado de uno de Safo (en el siglo XXI habría sido denunciado por plagio...). He aquí la versión de Safo y la correspondiente del poeta latino.

[Fr. 31 P]

Me parece igual a los dioses ese

hombre que ahora está frente a ti sentado,

y tu dulce voz a tu lado escucha

mientras le hablas

 

y tu amable risa; lo cual, te juro,

en mi pecho el alma saltar ha hecho:

pues te miro apenas y mis palabras

ya no me salen,

 

se me queda rota la lengua y, suave,

por la piel un fuego me corre al punto,

por mis ojos ya nada veo, y oigo

sólo un zumbido,

 

me destila un frío sudor, y entera

un temblor me apresa, y cual la paja

amarilla estoy, y mi muerte siento

poco alejada.

 

Pero todo habrá que sufrirlo, incluso...

.............................................................

51. Flechazo (el título corresponde a la edición moderna) - Catulo

Aquél me parece igual a un dios,

aquél, si es posible, superior a los dioses,

quien sentado frente a ti sin cesar te

contempla y oye

 

tu dulce sonrisa; ello trastorna, desgraciado

de mí, todos mis sentidos: en cuanto te

miro, Lesbia, mi garganta queda

sin voz,

 

mi lengua se paraliza, sutil llama,

recorre mis miembros, los dos oídos me

zumba con su propio tintineo y una doble noche

cubre mis ojos.

 

El ocio, Catulo, no te conviene,

con el ocio te apasionas y excitas demasiado:

el ocio arruinó antes a reyes y

ciudades florecientes.

 

Los textos corresponden a las siguientes ediciones:

- SAFO: Poemas y fragmentos. Ediciones Hiperión, Madrid, 2001: Traducción de Juan Manuel Rodríguez Tobal, Edición bilingüe.

- CATULO: Poesías. Alianza Editorial, Madrid, 2003: Introducción, traducción y comentario de Antonio Ramírez de Verger

Luz, oscuridad y agua en Elytis

Luz, oscuridad y agua en Elytis

En el presente trabajo vamos a tratar sobre tres elementos importantes que aparecen en la obra de Odysseas Elytis, que son la luz, la oscuridad y el agua. Los tres constituyen figuras importantes empleadas muy a menudo en la poesía de manera internacional, pero aquí nos centraremos en la visión que nos ofrece Elytis y el trato que reciben en su obra poética.

Comencemos por la luz, ya que quizá sea el elemento al que más importancia concede. El estudioso Yannis Ioannou considera que la luz permite la fusión entre el poeta y el mundo orgánico. Es algo fundamental, ya que es la que nos permite contemplar el mundo. El surrealismo necesita de las imágenes, y por tanto de la luz, para poder apreciarlas en todo su esplendor. Puesto que este poeta cultiva el surrealismo, le serán imprescindibles las referencias a este elemento. Además, hay que añadir a esto que esta, muy al contrario que en el resto de los países europeos, simboliza lo misterioso (en los demás lugares el misterio se representa mediante las sombras y la oscuridad). En algún momento Elytis escribió lo siguiente:

“Los europeos y los occidentales encuentran siempre el misterio en la oscuridad, en la noche, mientras que nosotros los griegos lo hallamos en la luz, que es algo pleno”.

El único medio de comunicación que posee el universo con el ser humano es la luz, que se recibe de aquellos astros lejanos y que han viajado miles de años hasta llegar aquí. Ilumina la razón desde la fuente del Misterio. Así pues, puede considerarse que la luz representa una expresión de lo eterno, una expresión inescrutable de lo imperecedero y del misterio que esconde el mundo. Y es el primer material puro de la poesía de Elytis.

Al adoptar la luz como una divinidad absoluta, Elytis retorna a la tradición platónica, pues la luz ya en Platón aparecía como símbolo de la razón. Pero en esta ocasión ha sufrido una evolución destacable: nos la muestra vestida y como un símbolo cristiano. Está concebida como un estado de pureza y sería un requisito indispensable para el ingreso al Paraíso y el logro de la felicidad. El autor recrea su propio mito, su propio mundo, su propio Panteón.

Esta divinidad, en realidad, no tiene ninguna relación con el Reino de los Cielos del mundo cristiano. Convive con los hombres, es accesible al común de los mortales. Muestra el camino que va a permitir al ser humano superar su existencia material para realizar por sí solo su transformación ontológica. Así que se podría deducir que se trata de una divinidad intermedia entre la figura platónica y la cristiana, que cobra vida propia en el mundo y la mitología particulares de Elytis.

Las ilimitadas posibilidades de la luz se comparan también con el espíritu humano, puesto que este es la luz en el interior del hombre. El espíritu es para la existencia humana el equivalente de este elemento dentro del universo.

Por otra parte también cabe considerar la luz como un elemento apolíneo, pero también dionisiaco. Hay que pensar en esto por la exaltación orgiástica de la vida, el canto a la felicidad terrenal que encontramos en la obra, el absurdo y el desorden. Está simbolizando la cultura y la aventura exótica de Oriente, pero también el sentido y el espíritu de Occidente.

En la tradición griega la luz representa la expresión perpetua e intangible de Grecia, la esperanza y la perfección del ser humano. La vida se presenta luminosa y porta la esperanza, pero la muerte es justamente lo contrario. Así pues, Elytis, que es el poeta de la luz, es por lo tanto el poeta de la vida.

El Dignum est es un perfecto ejemplo de este fenómeno y de esta idea. En Génesis el sol es el guía supremo, y más que eso, es un requisito para la vida y la felicidad.

                                   En un principio la luz Y la hora primera

                                               en que los labios todavía en el barro

                                               prueban las cosas del mundo

                                                           […]

                                               Era el sol todo rayos que llamaba

                                               con su eje en mi interior Y

                                   el que yo era en verdad, el muchos siglos antes

                                   el todavía verde dentro del fuego el arraigado en el

                                                                                                          [cielo

                                               sentí que venía y se inclinaba

sobre mi cuna,

                                   igual que mi memoria hecha presente

                                   tomó la voz de los árboles, de las olas.

En La Pasión todo se oscurece y obtenemos la Destrucción, la negación de la vida, la muerte:

                        El día mordí y no brotó ni una

                                   gota de sangre verde

                        Grité ante las verjas mi voz se tiñó del

                                      Pesar del asesino

                        Se mostró en el centro de la tierra el núcleo

                                   cada vez más sombrío

                             ¡Y el rayo de sol así en el ovillo

                                   se tornó de la Muerte!

El Gloria constituye una purificación, expresa el triunfo de la luz frente a la oscuridad:

                        Loada sea la luz y la primera

            plegaria del hombre grabada en la piedra

                        el vigor del animal que guía al sol

            la planta que trinó y surgió el día.

En esta obra, el Dignum est¸ la más importante y representativa del autor, queda bien patente la importancia de la luz, pero no es la única que lo refleje. También ha quedado manifiesto en otras obras, tales como El Sol Supremo y su obra de madurez El árbol de luz y la decimocuarta belleza.

            No conozco ya la noche terrible anonimato de muerte

            En lo más hondo de mi alma ancla una flota de astros.

            Lucero guardián de la tarde, para que brilles junto a la

                        celeste

            Brisa de una isla que me sueña

            Anunciando el alba desde sus altos riscos

            Mis dos ojos en abrazo te bogan en el astro

            De mi corazón exacto: No conozco ya la noche.

 

            No conozco ya los nombres de un mundo que me niega

            Con claridad leo las conchas las hojas los astros

             La inquina me es falaz en los caminos del cielo

            Salvo si es el sueño que vez tras vez me mira

            Cruzando con lágrimas el mar de la inmortalidad

            Lucero de la tarde bajo la curva de tu dorado fuego

            La noche que es sólo noche no la conozco ya.

                                                           El sol supremo

 

            ¡Ay! dónde estás ahora mi pobre árbol de luz     dónde estás

            árbol de luz      estaba delirando y corría      ahora te busco

                  ahora que he perdido incluso hasta mi nombre.

                                                           El árbol de luz y la decimocuarta belleza

 

            Mi sol  mi sol que me condenas    tómame

            Toma de mí todo     y déjame   déjame el orgullo

            para no mostrar una lágrima   para que te toque solo y

            me queme       grité y extendí mi brazo

 

            Se perdió el jardín    se lo tragó la Primavera con su duros

            dientes como si de una almendra se tratara

                       

                        Y permanecí de nuevo erguido    con una mano quemada   aquí

                        en el extremo donde me depositaron las desdichas    para combatir

                        el No y lo Imposible de este mundo.

                                               El árbol de luz y la decimocuarta belleza

Elytis se ve bastante influido por la corriente del surrealismo francés, y encontramos algunas similitudes con respecto a la luz especialmente con el poeta galo Paul Éluard. Este elemente une de manera profunda a ambos poetas, pero el papel que ejerce en la poesía del autor griego no es el resultado de la influencia del francés, como podría suponerse en un principio. De manera independiente para cada uno de ellos hay que señalar que la luz representa un determinismo ontológico natural. Esta se contrapone a la oscuridad, simplemente.

En sus últimos textos se ve de manera ya distinta la oscuridad, en su último período se produce un cambio. La sombra no es sólo una silueta de la luz, sino también una entidad autosuficiente. Conforme van avanzando los años, la oscuridad se torna más real, es imposible no reconocerla.

De nuevo va hacia la luz desde la oscuridad. Este momento de introversión consagra a Elytis como un gran poeta místico y religioso. Parece que el autor ha rebasado la oposición Día-Noche.

En cuanto al agua, es un elemento que aparece también bastante reiteradamente a lo largo de su obra. La presencia del mar constituye otro punto básico de sus composiciones. Es natural que un griego de una isla (como lo es este poeta, de Creta), que tan bien conoce el mar en sus paisajes habituales, le dedique una atención especial.

El mar es el heredero más inmediato de los valores griegos, como muestra Elytis. Algunas simples referencias son suficientes para enseñar las dimensiones de la conciencia griega de las islas. El elemento sobrenatural acaba por convertirse en un fenómeno natural, lo mágico y lo fantástico no son sino elementos de la cotidianidad. La magia se reduce finalmente a lo que se vive en el día a día.

Elytis adapta los principios del surrealismo al Egeo griego y le da su propio toque mediterráneo a la naturaleza marina de Grecia.  Con esta identificación experimenta la cotidianidad como el hombre sencillo, con la fuerza del sentido y no con las abstracciones de la mente. Como expresa en Cartas boca arriba, “la comunicación ideal se convierte, finalmente, en herramienta y objetivo de la poesía lírica”.

Así se produce y experimenta el hiperrealismo, un hiperrealismo que, en el caso del Egeo, no es sino la realidad cotidiana, existente, visible.

Esta identificación del sentido con su objeto, del mundo interior con el exterior, del arte con la vida, se expresan de manera perfecta dentro del surrealismo del Egeo.

La personificación del mar, con ayuda del mecanismo de la identificación, constituye el eje del poema que vemos a continuación. Al mismo tiempo, ofrece múltiples niveles de reconocimiento e interpretación, de modo que no podemos agotar las diferentes posibles aproximaciones.

 

                        PEQUEÑA MAR VERDE

            Pequeña mar verde de trece años

            Que quisiera ahijarte

            Para enviarte a la escuela a Jonia

            A que aprendas ajenjo y mandarina

            Pequeña mar verde de trece años

            En la torreta del faro al hilo de mediodía

            Que des la vuelta al sol y escuches

            Cómo el destino deja de ser él

            Y cómo de colina en colina se entienden aún entre ellos

            Todavía nuestros antepasados lejanos

            Que retienen el aire como esculturas

            Pequeña mar verde de trece años

            Del lazo y del escote blanco

            Que entres por la ventana en Esmirna

            Que me copies los reflejos en el techo

            De los Kyrieleison y los Gloria a Ti

            Y con algo de norte algo de levante

            Ola a ola retornes

            Pequeña mar verde de trece años

            Para yo dormirte ilícitamente

            Y encontrar en el fondo de tu abrazo

            Trozos de piedra las palabras de los Dioses

            Trozos de piedra los fragmentos de Heráclito.

                                   El árbol de luz y la decimocuarta belleza

El primer verso de esta composición constituye un excelente ejemplo de revocación de contrasentidos de acuerdo con las teorías del hiperrealismo. El mar es pequeño, pero es algo milenario, y esto nos trae los valores del Helenismo. La juventud adquiere un carácter erótico, y al mismo tiempo se relaciona con el mar. Cuanto más cerca se halla Elytis de la realidad marina, cuanto más la hace de su propiedad, no consigue nunca agotarla, y por consiguiente no la deteriora. Cuanto más intensa es la experiencia, tanto más aumenta también el deseo. El viaje que realiza Elytis al Egeo es realmente inagotable e interminable. Este mar constituye para Elytis la eterna fuente de los milagros, de la magia y de la realización, la personalidad misma del Helenismo.  Encarna el mismo mito de la nueva Hélade, aquel que la hace ser la incuestionable prolongación de la Antigüedad. Este punto será un punto en común en todos los autores de la generación del ’30. Será el descubrimiento del Egeo algo fundamental en ellos, que buscan en conjunto la identidad griega y aquí acaban por encontrar su respuesta.

Finalmente habrá que señalar que de nuevo en el agua encontraremos coincidencias con el poeta francés Éluard, ya que este elemento representará el ser y el existir del mundo. El ser humano sigue la corriente acuática del mismo modo que el río sigue ineludiblemente su curso.   Hay que asumir la realidad de que el agua que fluye ya no vuelve nunca hacia atrás. Se retorna a la idea de Heráclito, mediante la cual uno no puede bañarse dos veces en el mismo río, porque el agua nunca será la misma. Parece que la filosofía de Heráclito la seguía Elytis ya desde su más tierna juventud, y no se la debemos a la corriente que se desarrolla con el hiperrealismo.

Hemos visto, pues, de una manera concisa, la relevancia de estos elementos en el poeta cretense, tratando de dejar manifiestas las ideas fundamentales de una de las figuras más importantes de la generación del ’30, que suele recibir la denominación, con toda la razón del mundo, de “el poeta de la luz”.

BIBLIOGRAFÍA

-          ELITIS, Odiseas. Antología. Madrid, Akal Editor, 1982

-          ELITIS, Odiseas. Dignum est. Plaza & Janés, S. A. Editores, 1980

-          ΕΛΥΤΗΣ, Οδυσσέας. Το φωτοδέντρο και δέκατη τέταρτη μορφιά. 7η έκδοση, ΄καρος, 2006.

-          ΙΩΑΝΝΟΥ, Γιάννης Η. Οδυσσέας Ελύτης: Από τις καταβολές του Υπερρεαλισμού στις εκβολές του μύθου. Εκδόσεις Θ. Καστανιώτη, Αθήνα, 1991.

-          ΔΗΜΟΥ, Νίκος. Δοκίμια Ι: Οδυσσέας Ελύτης. Εκδόσεις Νεφέλη, Αθήνα, 1992.

-          ΛΑΜΠΑΔΑΡΙΔΟΥ ΠΟΘΟΥ, Μαρία. Οδυσσέας Ελύτης: Ένα όραμα του κόσμου. Εκδόσεις Δημ. Ν. Παπαδήμα, 1981.